Décima LI. ¿QUIÉN SOY?.
¿Soy la estrella que más brilla?,
¿soy el solapado descanso?,
¿soy la luz sobre el remanso?,
¿soy el grito de quien chilla?,
¿soy la brutal escuadrilla?,
¿soy el lugar adonde voy?,
¿soy el ayer del día de hoy?,
¿soy socarrada emboscada?,
¿soy la cuerda desatada?.
***
Décima LII. UNA SALIDA
En la conquista más lenta
he adelantado a mis pasos
y he bebido de mil vasos
la sed que nunca escarmienta.
De la boca más sedienta
he amedrentado a la vida,
de la pena conmovida
lograré salir andando
y, por eso, voy buscando
***
Décima LIII. SOLAPADO PAISAJE
Se duerme la tarde... . Pasa
el solapado paisaje
que, con mi cuerpo, me traje
hasta mi humilde casa.
Junto al calor de la brasa
se esparce la hierba seca.
Mi boca, si está reseca,
la enjuago con un buen vino;
pero es tan largo el camino,
***
Décima LIV. LA MOSCA
Perdida en tumbos va y viene
la mosca más pegajosa
y en la ventana, - mohosa -,
mirándome se detiene.
El azúcar la retiene
como si fuera una lapa
y de un manotazo atrapa
la salida al cobertizo.
Mientras más fuerte le atizo,
más se burla de mí,... y escapa.
***
Décima LV. EL DÉSPOTA
El déspota que dispuso
el fin del mundo no es hombre.
Por mucho que yo me asombre,
no soy yo el que te acuso
pero sé que es un abuso
levitar un mal de todos.
Ni aún hablando por los codos,
podrás decir que es cultura,
pues tu mal no tiene cura
si es que actúas de esos modos.
***
Décimas Encadenadas (de la LVI a la LX)
DÉCIMAS OTOÑALES.
Un atardecer de frío
y un eterno laberinto... .
En un lienzo blanco pinto
gotas de lluvia en el río
que bajan al mar sombrío
porque aquí no encuentran lecho.
La lluvia azota en mi techo
y aún no sé qué voy a decirte
cuando al fintengas que irte,
sabiendo el mal que me has hecho.
Se derrumba tu imperio
adolescente y hermoso
y en un túnel silencioso
descansas del cementerio.
Todo parece un misterio
cuando la muerte nos llama;
todo se quema en la llama
cuando el espíritu amigo
sientes que duerme contigo
en el costal de tu cama.
En mi mente queda impreso
el brillo de tu mirada
de cándida y sosegada
bondad. Espero el regreso
que, impaciente, me hace preso
en la nebla de la aurora,
donde sueño a cualquier hora
con los años, ya marchito.
¡Como no se oye ni un grito,
sé que descansas ahora!.
No es tan fácil conseguir
correr sin haber huído,
llorar sin haber reído...
y, aunque quise perseguir
en mis ganas de vivir
no sentirme marginado,
descanso si estoy cansaso
y lucho si hay que luchar.
¡Pero basta de escuchar
a los que me han olvidado!.
Azul es la sal de baño
que mi cuerpo aromatiza
y negra es la gris ceniza
con la que, al fumar, me engaño
acortando algún otro año
de mi vida. La luz fluye
por donde el pájaro huye,
como el cañizo en el monte
que pinta en el horizonte
la sombra que lo destruye.
Se derrumba tu imperio
adolescente y hermoso...
***
Décima LXI. HACIENDO SILENCIO
Observo el lento paisaje
que voy a tocar con la mano.
Me levanto, al fin, temprano,
para sacar algún traje
de pintor del equipaje.
Paso haciendo silencio
y tu amor yo lo presencio;
mi pincel tanto se asombra
que en otro paisaje, en sombra,
todo lo de ti evidencio.
***
Décima LXII. ESTIRPE AVENTURERA
Como pájaro en reclamo
soy de estirpe aventurera
y, por ser de esta manera,
soy digno de amar lo que amo
y del nombre que me llamo.
La verdad es bien sabida
por todos en esta vida;
la verdad no se consume.
La verdad sólo se asume
como la razón querida.
***
Décima LXIII. DEAMBULO POR TU CUERPO
Cada noche, en cada poro
de la luna, voy sonámbulo
de un lado a otro y deambulo
por tu cuerpo en sueños. Foro
de romanos y hasta un coro
celestial buscan el mar
donde poder derramar
las lágrimas de una estrella.
El alcohol de esta botella
me invita al goce de amar.
***
Décima LXIV. CARICIAS
En la cumbre, donde naces,
del río, busco las llamas
del sol. Quedan en las camas
las caricias que allí me haces
y otra vez creo que renaces
en la alta cumbre del río... .
En las llamas ya no hay frío
y en los campos no hay praderas,
ni en los sueños hay quimeras... ;
... y un par..., ... ¡nunca será un trío!.
***
Décima LXV. LLORANDO DE ALEGRÍA
A compás de dulce estío
en los meandros se remonta
y con sencillez afronta
la llegada del navío
balanceándose en el río.
Vaga triste y desepera.
Al verlo, por vez primera,
en un yunque de la ría
llorando está, - de alegría -,
porque ya acabó su espera.
***
Décima LXVI. VUELTA A CASA
Emprendo la vuelta a casa
desde ningún otro sitio.
En toneladas de litio
parezco envuelto. No pasa
el tiempo. Pero me abrasa
el momento que rescato
cuando ya no queda un dato
para huir más aprisa.
Escucho mi propia risa
mientras que al tiempo no mato.
***
Décima LXVII. AIRE QUE NO RESPIRA
Se me ha quedado escondido
un aire que no respira
más allá del fuego y la ira... .
¡ Que, por tí, hasta he recorrido
esos lugares perdidos
en las fronteras lejanas !.
Y en las tardes soberanas
yo salgo siempre a tu encuentro
esperando verte dentro
de los hilos de mis sábanas.
***
Décima LXVIII. ECUESTRES GOLONDRINAS
El viento transcurre seco
sobre las ramas silvestres
de los pinsapos. Ecuestres
golondrinas abren hueco
en la neblina; hasta un fleco
de las neas se desliza,
juguetón, en la caliza.
... Y en mi pueblo, en las paredes,
queda escrito que me quieres
por el blanco de una tiza.
***
Décima LXIX. HOJAS Y NIEVE
Ya no cesan de vibrar
en el campo los arbustos
ni los tiempos son tan justos
como antaño. Han de librar
el peldaño y calibrar
la caída de las hojas
que en el césped se hacen rojas.
El invierno llega luego.
Son tus muñecos de juego
y nieves que desalojas.
***
Décimas LXX, LXXI y LXXII.
AMANECER
La luz del amanecer
tengo sembrada en el alma
y ese estampido del alba
que empuja al sol a crecer.
La luna, al desvanecer,
duerme en la alforja del día
y revienta de alegría
en el umbral mañanero.
Con un beso y un te quiero
se pierde en la lejanía.
ATARDECER
Allá se caerá la tarde
que se duerme ensimismada,
perdida en un cuento de hadas
cabalgando en el sol que arde.
Por ser mujer, hace alarde
de una noche pasajera;
por ser mujer, se libera
de una puesta de sol larga.
Pero la tarde se alarga
porque ya es de primavera.
ANOCHECER
Se cubre el atardecer
de ardiente soberanía
y la noche se hace fría.
... La luna empieza a crecer... .
Parece un acontecer,
cada día distinto,
que en ese rosado tinto
tan bello de contemplar,
no encuentro en ese ejemplar
razón de ser, sino instinto.
***
DÉCIMAS ENVEJECIDAS (LXXIII, LXXiV y LXXV).
Una nube que se marcha
por el entramado cielo
derrama el agua en el hielo
que se ha fundido en la escarcha.
Las rocas se van de marcha
desterradas del ocaso:
¿por qué se han marchado, acaso,
si no han caído al vacío?.
... Mi vida vuelve al hastío
y envejezco paso a paso.
Se colma el vino en el vaso
y miro fijo a la estrella
fugaz. Esta noche bella
ha derrumbado al ocaso
y presiento estar de paso
en la vida. Llega el frío
y mil gotas de rocío
ya me arropan y me besan.
Pero los años me pesan
porque lloro más que río.
LLegan indicios de paz
al altozano de mi alma
y un repiquete de palmas
abre un sendero en la faz
del cielo. Como taz a taz
de los otros tiempos me siento
y, al instante, presiento
la herida que se vierte
en bocanadas de muerte
que soplan igual que el viento.
***
DÉCIMAS DE AMOR (LXXVI, LXXVII Y LXXVIII).
Me llega un soplo de viento
nocturno al fondo del alma... .
La mar y todo está en clama.
Sólamente yo presiento,
quedándome sin aliento,
las mil gotas de rocío
que mojan mi rostro frío.
Nadie sabrá que has estado
aquí. Ni me has olvidado
ni yo ampoco amor mío.
... Tu perfil sobre una nube ... .
La flor crece en el álamo
y el sol duerme en el páramo.
Al cielo remonta y sube
nuestro amor sobre otra nube;
al cielo sube y remonta
una alegre ilusión tonta
que ya juntos nos descubre.
Así la bondad nos cubre
y el amor mejor se afronta.
Las flores tornasoladas
de amarillo, la campestre
arbolada y la silvestre
amapola, desoladas
praderas y las aladas
montañas del valle azul,
metros de vela de tul
que arrastran a mi barca
y, en el fondo de la charca,
tu cara... . ¡ Sí,... allí estás tú !.
***
Observo el lento paisaje
que voy a tocar con la mano.
Me levanto, al fin, temprano,
para sacar algún traje
de pintor del equipaje.
Paso haciendo silencio
y tu amor yo lo presencio;
mi pincel tanto se asombra
que en otro paisaje, en sombra,
***
Décima LXII. ESTIRPE AVENTURERA
Como pájaro en reclamo
soy de estirpe aventurera
y, por ser de esta manera,
soy digno de amar lo que amo
y del nombre que me llamo.
La verdad es bien sabida
por todos en esta vida;
la verdad no se consume.
La verdad sólo se asume
como la razón querida.
***
Décima LXIII. DEAMBULO POR TU CUERPO
Cada noche, en cada poro
de la luna, voy sonámbulo
de un lado a otro y deambulo
por tu cuerpo en sueños. Foro
de romanos y hasta un coro
celestial buscan el mar
donde poder derramar
las lágrimas de una estrella.
El alcohol de esta botella
me invita al goce de amar.
***
Décima LXIV. CARICIAS
En la cumbre, donde naces,
del río, busco las llamas
del sol. Quedan en las camas
las caricias que allí me haces
y otra vez creo que renaces
en la alta cumbre del río... .
En las llamas ya no hay frío
y en los campos no hay praderas,
ni en los sueños hay quimeras... ;
... y un par..., ... ¡nunca será un trío!.
***
Décima LXV. LLORANDO DE ALEGRÍA
A compás de dulce estío
en los meandros se remonta
y con sencillez afronta
la llegada del navío
balanceándose en el río.
Vaga triste y desepera.
Al verlo, por vez primera,
en un yunque de la ría
llorando está, - de alegría -,
porque ya acabó su espera.
***
Décima LXVI. VUELTA A CASA
Emprendo la vuelta a casa
desde ningún otro sitio.
En toneladas de litio
parezco envuelto. No pasa
el tiempo. Pero me abrasa
el momento que rescato
cuando ya no queda un dato
para huir más aprisa.
Escucho mi propia risa
mientras que al tiempo no mato.
***
Décima LXVII. AIRE QUE NO RESPIRA
Se me ha quedado escondido
un aire que no respira
más allá del fuego y la ira... .
¡ Que, por tí, hasta he recorrido
esos lugares perdidos
en las fronteras lejanas !.
Y en las tardes soberanas
yo salgo siempre a tu encuentro
esperando verte dentro
de los hilos de mis sábanas.
***
Décima LXVIII. ECUESTRES GOLONDRINAS
El viento transcurre seco
sobre las ramas silvestres
de los pinsapos. Ecuestres
golondrinas abren hueco
en la neblina; hasta un fleco
de las neas se desliza,
juguetón, en la caliza.
... Y en mi pueblo, en las paredes,
queda escrito que me quieres
por el blanco de una tiza.
***
Décima LXIX. HOJAS Y NIEVE
Ya no cesan de vibrar
en el campo los arbustos
ni los tiempos son tan justos
como antaño. Han de librar
el peldaño y calibrar
la caída de las hojas
que en el césped se hacen rojas.
El invierno llega luego.
Son tus muñecos de juego
y nieves que desalojas.
***
Décimas LXX, LXXI y LXXII.
AMANECER
La luz del amanecer
tengo sembrada en el alma
y ese estampido del alba
que empuja al sol a crecer.
La luna, al desvanecer,
duerme en la alforja del día
y revienta de alegría
en el umbral mañanero.
Con un beso y un te quiero
se pierde en la lejanía.
ATARDECER
Allá se caerá la tarde
que se duerme ensimismada,
perdida en un cuento de hadas
cabalgando en el sol que arde.
Por ser mujer, hace alarde
de una noche pasajera;
por ser mujer, se libera
de una puesta de sol larga.
Pero la tarde se alarga
porque ya es de primavera.
ANOCHECER
Se cubre el atardecer
de ardiente soberanía
y la noche se hace fría.
... La luna empieza a crecer... .
Parece un acontecer,
cada día distinto,
que en ese rosado tinto
tan bello de contemplar,
no encuentro en ese ejemplar
razón de ser, sino instinto.
***
DÉCIMAS ENVEJECIDAS (LXXIII, LXXiV y LXXV).
Una nube que se marcha
por el entramado cielo
derrama el agua en el hielo
que se ha fundido en la escarcha.
Las rocas se van de marcha
desterradas del ocaso:
¿por qué se han marchado, acaso,
si no han caído al vacío?.
... Mi vida vuelve al hastío
y envejezco paso a paso.
Se colma el vino en el vaso
y miro fijo a la estrella
fugaz. Esta noche bella
ha derrumbado al ocaso
y presiento estar de paso
en la vida. Llega el frío
y mil gotas de rocío
ya me arropan y me besan.
Pero los años me pesan
porque lloro más que río.
LLegan indicios de paz
al altozano de mi alma
y un repiquete de palmas
abre un sendero en la faz
del cielo. Como taz a taz
de los otros tiempos me siento
y, al instante, presiento
la herida que se vierte
en bocanadas de muerte
que soplan igual que el viento.
***
DÉCIMAS DE AMOR (LXXVI, LXXVII Y LXXVIII).
Me llega un soplo de viento
nocturno al fondo del alma... .
La mar y todo está en clama.
Sólamente yo presiento,
quedándome sin aliento,
las mil gotas de rocío
que mojan mi rostro frío.
Nadie sabrá que has estado
aquí. Ni me has olvidado
ni yo ampoco amor mío.
... Tu perfil sobre una nube ... .
La flor crece en el álamo
y el sol duerme en el páramo.
Al cielo remonta y sube
nuestro amor sobre otra nube;
al cielo sube y remonta
una alegre ilusión tonta
que ya juntos nos descubre.
Así la bondad nos cubre
y el amor mejor se afronta.
Las flores tornasoladas
de amarillo, la campestre
arbolada y la silvestre
amapola, desoladas
praderas y las aladas
montañas del valle azul,
metros de vela de tul
que arrastran a mi barca
y, en el fondo de la charca,
tu cara... . ¡ Sí,... allí estás tú !.
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